Lo que el lector tiene entre manos no es ni una novela de aventuras, con sus personajes sometidos a situaciones-límite, con sus héroes y sus villanos, ni un ensayo filosófico, con sus reflexiones sesudas, sus sucesiones de silogismos y sus citas a pie de página. Tiene entre manos algo que, aun pareciendo más modesto, es en verdad mucho más grande: un diario. Alfonso Paredes nos adentra a lo largo de estas páginas en su intimidad, y no lo hace, como podrían suponer los malpensados, por ese afán exhibicionista tan propio de la sociedad contemporánea, sino porque sabe que es allí, en lo cotidiano, donde a cada hombre se le desvela la verdad de su condición y de su vida.
Sonata en yo menor sublima las vivencias diarias, las convierte en prodigios dignos de ser cantados, y nos descubre a un escritor que mira las pequeñas cosas de la realidad como todos deberíamos mirarlas: como símbolos que siempre apuntan a algo más alto.